Soy la sombra de una sombra.
Al atardecer, me estiro por el suelo hasta chocar
contra la pared por la que me elevo.
Entro a través de una ventana abierta, hasta
donde hay una solitaria flor marchita en un estante.
Lentamente llego hasta su sombra.
En la pared gris la sombra de sus pétalos es simple
hermosa, me acerco a ella y le susurro: te amo.
Luego, la abrazo.
La sombra de la flor tiembla en mis brazos
como quien se enamora por primera vez
Solo yo puedo sentir ese temblor
Mi sombra y la suya se funden en una
y nadie puede distinguir quien es quien.
Ahora somos uno solo mientras acechamos
la luz del sol poniente que nos crea
y ya se va apagando.
En el jardín, los árboles susurran con el viento
muy pronto, no seréis.