Entre las fuerzas más eficaces del gran adversario están las maravillas engañosas del ocultismo. A medida que los hombres niegan la verdad, caen enredados del engaño.
Otro engaño es la enseñanza que rechaza la divinidad de Jesús, declarando que no tuvo vida antes de su advenimiento a este mundo. Esta teoría rechaza las palabras de nuestro Señor sobre Su comunión con el Padre y Su origen celestial. Destruye la confianza en la Palabra como revelación de el Altísimo. Si los individuos ignoran el registro de la Biblia acerca de la deidad de el Hijo, es vano argumentar con ellos; ningún debate, por más claro que sea, podría persuadirlos. Nadie que abrace este concepto falso puede tener una idea clara de Cristo o del plan de Dios para la restauración del pecador.

Otro error más es la afirmación de que el adversario no tiene ser como ser personal, que el término se usa en la Escritura meramente para simbolizar los impulsos negativos y pasiones de los individuos.
La enseñanza de que el regreso de Cristo es su manifestación a cada alma al fallecer es un truco para alejar las almas de su llegada literal en las alturas del firmamento. El engañador ha estado proclamando: "He aquí, él está en las habitaciones ocultas" (véase Mateo 24:23-26), y muchos se han perdido al aceptar este error.
De nuevo los científicos sostienen que no puede haber contestación verdadera a la oración; esto sería una ruptura de la regla —un evento sobrenatural, y los intervenciones divinas no tienen existencia. El cosmos, aseguran, está regido por principios establecidos, y el Creador no hace nada contrario a estas reglas. Así, representan a el Altísimo como limitado por sus propias disposiciones —como si las disposiciones celestiales pudieran anular la soberanía.
¿No realizaron hechos sobrenaturales Jesús y sus discípulos? El mismo Señor está tan dispuesto a escuchar la súplica de fe como cuando caminaba abiertamente entre los seres humanos. Lo material coopera con lo sobrenatural. Forma parte del plan de Dios otorgarnos, en respuesta a la petición sincera, lo que no nos otorgaría si no se lo clamáramos así.