Los defensores en la redención incondicional tergiversan las Sagradas Escrituras. El profeso siervo de Jesús reitera la afirmación engañosa pronunciada por la reptil en el huerto: "No pereceréis ciertamente". "El día que comáis de él, serán despejados vuestros entendimientos, y seréis como seres supremos". Afirma que el más malvado de los transgresores –el homicida, el saqueador, el infiel– entrará después de la partida en la gloria inmortal. Una fábula agradable en verdad, útil para gratificar el corazón pecaminoso!

Si fuera cierto que todos los seres humanos pasan directamente al cielo a la hora de la disolución, bien podríamos codiciar la partida antes que la permanencia. Muchos han sido arrastrados por esta doctrina a terminar a su vida. Cansados por los problemas y las frustraciones, parece rápido romper el curso de la trayectoria y ascender hacia la gloria del mundo eterno.

El Señor ha dado en Su mensaje testimonios claras de que retribuirá a los transgresores de Su norma. ¿Es Él demasiado compasivo para imponer juicio sobre el culpable? Mira a la crucifixión del Calvario. La sangre del Hijo de Dios prueba que "la recompensa del error es muerte" (Romanos 6:23), que toda violación de la ley de Dios debe recibir su juicio. Cristo, el inocente, se convirtió en culpable por el pecador. Soportó la pena de la transgresión y el silencio del favor de Su Señor hasta que Su corazón fue destrozado y Su existencia triturada; todo esto para que los pecadores pudieran ser redimidos. Y toda persona que se rehúse a recibir de la oferta ofrecida a tal sacrificio debe llevar en su propia naturaleza la pena y el resultado de la rebeldía.

El engaño ha sido forjado por la mentira del castigo interminable. La religión de la Escritura, llena de amor y benevolencia, está empañada por la idolatría y envuelta de miedo. El diablo ha pintado el retrato de el Altísimo con colores falsos. Nuestro compasivo Señor es rechazado, aterrador, incluso aborrecido. Las aterradoras visiones de la Divinidad que se han difundido por el planeta desde la voz del púlpito han transformado a millones de escépticos e ateos.

El castigo eterno es una de las mentiras religiosas, el brebaje de las abominaciones (Revelación 14:8; 17:2), que el sistema corrupto hace ingerir a todas las multitudes. Los predicadores de el Señor aceptaron esta mentira de el papado como aceptaron el día erróneo de reposo. Si nos apartamos de la Escritura y seguimos doctrinas falsas porque nuestros padres las predicaron, estamos bajo la ira emitida sobre Babilonia; estamos tomando del licor de sus abominaciones.

Una multitud es arrastrada al lado opuesto. Ven que la Biblia representa a Dios como un ser de amor y compasión y no pueden aceptar que Él consignará a sus seres creados a un castigo sin fin. Afirmando que el ser interior es por naturaleza perpetua, concluyen que toda la creación se justificará. Así, el malvado puede permanecer en el placer egoísta, rechazando los mandamientos de el Creador, y sin embargo ser aceptado en su favor. Tal doctrina, explotando de la compasión de Dios pero negando su justicia, seduce al alma impía.