Y parece que el primer tiempo se va a acabar sin más: nadie había contado con el árbitro. Es curioso que en el fútbol la burricie de los jueces sea tan decisiva –y tan frecuente—. Algunos dicen que es parte de su atractivo: que los árbitros humanizan un juego cada vez más técnico, le aportan lo imprevisto, http://www.camisetasfutboles.es/ la injusticia que enciende las pasiones. Si es así, el señor Hernández Hernández –Tintín se ríe en un rincón– es un maestro: no para de equivocarse y, para dejar su huella bruta, en el minuto 44 no expulsa a Bale por una patada de caballo y en el 45 expulsa a Sergi Roberto por una cachetada.